Hacer metal como género y expresión artística no es fácil. Paradójicamente es una expresión que se niega a morir en Colombia. Todos los días se abren espacios en el espectro del rock para mantener vigente un legado cultural que comenzó de manera clandestina en los años ochenta con la exportación de discos Larga Duración, para encarnar con el tiempo en los “toques” o la reunión de bandas emergentes acompañadas de un público sediento de rebeldía (así fuera temporal), como respuesta a una sociedad rodeada de calamidades, aunque motivada por el ideal de crear y expresar una opinión basada en el cuestionamiento a la imposición y en colocar en “jaque” a los dogmas clericales y gubernamentales de un panorama que vive cerrándole a su gente la puerta del progreso en la nariz, pero propicio para el artista de lo extremo que se inspira en ese rostro desagradable de la vida diaria para concebirlo en su universo personal de un modo distinto.
Foto tomada de nervosaofficial.com |
Congregation
Fest para su versión octava en definitiva buscó una selección de agrupaciones variadas con sonido y niveles de experiencia diferentes en el escenario, algo que
dio la oportunidad de percibir cómo se encuentra el metal local actualmente.También fue
un espacio que reveló precisamente qué hace falta por mejorar en un evento de
este tipo; la llamada "escena" y la llamada "cultura" del metal son por ahora
intenciones en nuestro país, por lo tanto es necesaria una mayor responsabilidad,
dedicación y unión de bandas, organizadores, medios de comunicación, público y
demás para que estas alternativas de integración crezcan a satisfacción general
y realmente pueda existir una evolución del sonido extremo como una verdadera
industria.
Con unas
condiciones flojas de ventilación en el salón Samper Mendoza, aunque con un
montaje de sonido y luces altamente competente para el cartel ofrecido, las
bandas nacionales entregaron ferozmente una presentación digna a sus
espectadores. Con las desventajas acústicas ocasionales y la ausencia de
uniformidad en los horarios para todos los shows,
destacamos el trabajo memorable de Random Revenge y su reto de tocar muy
temprano, eso sí, con una fiel fanaticada. También el poder de Full Knife Injection y Scum, así como el Black
metal de Excomulgación.
Foto por Joel Cruz |
El ambiente
se tornaría más denso con Tears of misery, Circus Gore y Suppuration: Brutal
death metal a la orden del día, hábil para recordar la potencia de su género a
los asistentes, tanto a los atentos como los que estaban algo inconscientes por
el alcohol y las sustancias psicoactivas que el personal de logística no pudo
captar.
Kilcrops fue
oportuna en un momento que la tarde empezaba a caer; en una mezcla breve de lo
que están haciendo ahora y el paso obligado por los clásicos de su célebre
“Javhe Karma” su acto serviría de preparación a una de las bandas más
interesantes de toda la jornada: G2 Evolution. Especializada en una tendencia metalera melódica y formada hace algunos años, ya ha venido creando eco a través de su calidad
en la ejecución musical, superando en directo a sus propias grabaciones.
Foto por Joel Cruz |
Dicen que
recordar es vivir y el Thrash metal ochentero
hizo de las suyas entonces: Perpetual Warfare puso a prueba la crudeza del “pogo”
creado por aquellas almas obedientes que les apreciaban. Hace unos años ellos encendieron
por primera vez la mecha de tener una banda y en su pasado recital conmemoraron
una década de labores. En pleno concierto de los Perpetual hubo dos episodios
para enmarcar en el recuerdo: el saludo de su mascota insigne y el homenaje a Lemmy
Kilmister con el tema "Killed by death" de Motörhead. Acompañados en la voz por Fabián Beltrán de Random
Revenge y Hernan Bautista de Tears of misery; la unión hizo la fuerza y solemne
el homenaje.
Las
invitadas estelares se ubicaron posteriormente en el escenario ante el éxtasis
del público que se emocionó con solo verlas: Nervosa de Brasil interpretaron
por más de una hora un repertorio que recorrió audazmente su discografía. A
diferencia de muchos en el mundo que copian la nostalgia de años atrás, el power trio puso de manifiesto que sí se
puede realizar música original a desde un género tradicional y en apariencia,
poco dado a las innovaciones.
Las
brasileras justifican su recorrido labrado en festivales internacionales de trayectoria
en menos de 20 segundos de su primera canción. ¿Querían nueva sangre del metal
en el mundo? Ahí la tienen.
El cierre no pudo ser más acertado que Resistencia al olvido de Yumbo (Valle),
demostrando la brutalidad del sonido en este costado de nuestro territorio. Al
cierre, estaría preparada la veterana agrupación Sobibor, autores del Ruido
Primitivo Sudamericano. Los bogotanos tuvieron el control de mando al cerrar y
lo hicieron con una simple convicción plasmada en su música: Existe una
diferencia entre pretender ser un conjunto de Thrash metal y serlo. Ellos son lo segundo. Así llegó el final
de una versión de este festival cada vez con más ruido en nuestro circuito
metalero.
Sean los objetivos que se cumplieron (desde los más artísticos a los
monetarios) es grato ver el progreso del género en este tipo de “congregaciones”. ¿Fallas como en todos los conciertos locales? bastantes. Pero
como la vida se trata de aportar soluciones por encima de los problemas, Congregation
Fest es precisamente la visibilidad de un movimiento que identifica su
filosofía a la corriente más extrema del rock. El camino se sigue forjando.
Joel Cruz
Rock de la
Kasa
Editorial
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